Porta Fidei - La Puerta de la Fe



  • "Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad... por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo... han confesado la belleza de seguir al Señor Jesucristo"

Debo reconocer que Joseph Aloisius Ratzinger, que ha ejercido el papado bajo el nombre de Benedicto XVI, me ha ayudado ha profundizar en mi fe. Por ello, no se me ocurre mejor homenaje que reseñar su carta pastoral Porta Fidei escrita con motivo del año de la fe (11/10/2012+24/11/2013): "La puerta de la fe, que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma". 
La carta parte de un diagnóstico claro: "mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad". Por ello, afirma que debemos descubrir de nuevo la Palabra y el Pan de la vida.
Reconoce que "la renovación de la Iglesia pasa también a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes... la iglesia, abrazando en su seno a los pecadores, es a la vez santa y siempre necesitada de purificación, y busca sin cesar la conversión y la renovación. La Iglesia continúa su peregrinación".
Por tanto, el Año de la Fe es una invitación a la conversión al Señor que ha revelado "en plenitud el Amor que salva”. Ese Amor nos impulsa a "una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe... La fe crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y de gozo". La profundización en la fe nos ayudará a adherirnos al Evangelio con mayor conciencia y vigor "para transmitir mejor a las generaciones futuras la fe de siempre."
Expresa el deseo de que este Año suscite a los creyentes "la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza" y "para intensificar la celebración de la Eucaristía que es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y también la fuente de donde emana toda su fuerza".
Profundizar en la fe supone profundizar "en el acto con el que decidimos entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios". El contenido de la Fe enseñado en el Catecismo solo adquiere "pleno sentido cuando se pone en relación con la fe, la liturgia y la oración".
La fe se enfrenta a la mentalidad actual que reduce el ámbito de las certezas a los logros científicos pero "la Iglesia nunca ha tenido miedo a mostrar cómo entre la fe y la verdadera ciencia no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad".
No podemos olvidar que aquellos que no encuentran la fe pero "buscan con sinceridad el sentido último y la verdad definitiva de sus existencia" se encuentran en un "preámbulo de la fe" que conduce "al misterio de Dios".
La historia de la Iglesia nos habla del misterio de la santidad y el pecado. Por la primera se "pone de relieve la gran contribución" para el desarrollo de los hombres. Por el segundo, se suscita "en cada uno un sincero y constante acto de conversión".
Debemos tener la mirada fija en Cristo ya que en su Encarnación descubrimos "la alegría del amor, la respuesta del sufrimiento y el dolor, la fuerza del perdón ante la ofensa recibida y la victoria de la vida ante el vacío de la muerte".
Enumera que por la Fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó "que sería la Madre de Dios", por la fe "los apóstoles dejaron todo para seguir al maestro... por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida en torno a la enseñanza de los Apóstoles, la oración y la celebración de la Eucaristía, poniendo en común todos sus bienes.. Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad... por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo... han confesado la belleza de seguir al Señor Jesucristo donde se les ha llamado a dar testimonio de su ser cristiano en la familia, la profesión y la vida.
Y concluye citando al apóstol Santiago que dice:"¡De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras... Tú tienes fe y yo tengo obras, muéstrame esa fe tuya sin obras, y yo con mis obras te mostraré mi fe", para recordarnos que debemos ser testimonio de la caridad. Nos cita a San Pablo "que pidió al discípulo Timoteo que buscara la fe con la misma constancia que cuando era niño" para "distinguir con ojos siempre nuevos la maravilla que Dios hace por nosotros". Y nos da el último rayo sobre la fe con el apóstol San Pedro: "Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas" para afirmar que las pruebas de la vida nos permiten conocer el misterio de la Cruz y ser preludio de la alegría definitiva.
Así que "confiemos a la Madre de Dios, proclamada bienaventurada porque ha creído (Lc1-45) este tiempo de gracia".

Juan Pablo Navarro